Es la playa por excelencia en el bello municipio de Jávea, en la Costa Blanca. Con fina arena blanca, y aguas que invitan a un relajante baño con el confortable clima del mediterráneo.
Abahana Villas - Atardecer en la playa del Arenal de Jávea con ambiente chill-out.
La Playa del Arenal, ubicada en el centro de la Bahía de Jávea, se trata de una playa de arena fina y aguas poco profundas por lo que la hacen ideal para las personas más mayores y los niños.
Es una de las más extensas del municipio con 500 metros de longitud y 80 metros de anchura, aunque en os meses estivales su índice de ocupación aumenta y hace que la playa se vea un poco llena. Aunque eso sí, es la más completa en servicios contando, incluso, con una plataforma flotante para que se diviertan los más jóvenes en sus trnasparentes aguas.
Junto a ella se encuentra un canal que da acceso al mar a pequeñas embarcaciones, así como un animado paseo marítimo lleno de locales comerciales, por lo que la zona posee mucho encanto y un agradable ambiente.
Además, para aquellos que quieran practicar algún deporte acuático, la Playa del Arenal dispone de puntos de alquiler náuticos como kayak, patines, motos acuáticas e incluso el deporte tan de moda en la Costa Blanca, el paddle-surf.
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Más que el fin del verano, septiembre es su versión más amable. En la Costa Blanca, las playas se calman, los pueblos respiran y la vida se desacelera para quienes saben saborear los días con otro ritmo. Aquí, el Mediterráneo se vive con una profundidad que solo el silencio y la luz dorada de septiembre pueden regalar.
Cuando veas los tendidos de secado en la costa (Les Rotes, etc.), sabrás que estás en territorio polp sec. El pulpo seco de la Costa Blanca no es solo un plato: es un símbolo. Representa la unión entre la tierra y el mar, el ingenio de quienes aprendieron a conservar lo que la naturaleza ofrecía y el orgullo de un pueblo que mantiene viva su identidad a través de la gastronomía.
Pocos actos son tan españoles, tan placenteros y tan necesarios como la siesta. En Alicante, esta tradición se vive con especial devoción. Aquí, la siesta no es pereza, es inteligencia emocional, adaptación climática y puro arte popular. Te contamos por qué dejarse caer en la cama (o en la hamaca) después de comer es casi una religión al borde del Mediterráneo.
